Monarquía Española (Segunda Restauración Borbónica)

El 13 de diciembre de 1874, trás el golpe de Estado del General Pavía que puso fin a la Primera República, D. Antonio Cánovas del Castillo, máximo dirigente del Partido Conservador, instauró el Ministerio de la Regencia, destinado a restablecer la monarquía Borbónica, que culminó con la entrada en España del hijo de Isabel II, quien reinaría con el nombre de Alfonso XII, el cual antes de su coronación había aceptado la monarquía constitucional y juró por ello la Constitución de 1876, disipando así la sombra del absolutismo. Su corto reinado se caracterizó por la estabilidad política mantenida por Cánovas que accedió siete veces al cargo de Presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XII; y también por el fin de las guerras Carlistas. Numismaticamente se caracteriza por restablecer los símbolos monárquicos en la moneda, y la inclusión en las mismas del escusón oval con las tres flores de Lis, símbolo de la casa Borbón en el centro del escudo de España. También se acuñaron muchas monedas en oro superándose los 30 millones de piezas. Alfonso XIII, murió tempranamente en 1885, asumiendo el gobierno de España su esposa Maria Cristina de Habsburgo-Lorena, que se vió marcada por el fin de la hegemonía de España en Puerto Rico y la pérdida de Cuba y Filipinas. La reina madre ordenó la la continuación de acuñación de monedas a nombre de Alfonso XII, hasta el namiento de su hijo el futuro Alfonso XIII, que fue proclamado Rey a los seis meses de edad. En 1902 el nuevo Rey juró la constitución relevando a su madre de las funciones de gobierno. No obstante los cambios políticos y sociales de principio de siglo llevaron a la monarquía a una situación de crisis que desembocó en la Proclamación de la II República el 14 de abril de 1931. Numismáticamente hubo pocas variaciones con su predecesor salvo que se acuñaron las primera piezas de 20 pesetas en oro. Aunque los más significativo fue que en un período de 20 años de 1905-1925, apenas se fabricaron monedas, seguido todo ello de las primeras acuñaciones de niquel en monedas de 25 céntimos y acabando por popularizarse el uso de los billetes del Banco de España como medio habitual de cambio y pago.